“Tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios (Ef 5,15) 

Tanto a nivel personal como colectivo, somos “necios” cuando repetimos los mismos errores, procedimientos y reacciones. Porque, cuando aprendemos de la experiencia propia o ajena, estamos construyendo “sabiduría”: saber vivir y poner sabor a la vida. 

No es cuestión de buenas intenciones y malas acciones, ni tampoco de promesas incumplidas que frustran los sueños, elaborados con humanidad, espiritualidad, fraternidad universal y amistad social. Cada día, en nuestra manera de vivir, podemos cuestionar la praxis de los sueños “franciscanos” social, cultural, ecológico y eclesial. No podemos permitirnos mantener la “epidemia de la mediocracia” justificando nuestras necedades y filosofando sobre las sabidurías sublimadas de los pueblos, culturas, abuelos/as y científicos.

Estar alerta, tener cuidado, hacer prevención y construir sabiduría… -además de buenos consejos- son “desafíos” ineludibles para edificar un “estilo de vida evangélico y franciscano” que concrete sueños y responda a los clamores de nuestro tiempo, de las víctimas socio-culturales, ecológicas y eclesiales (con rostros y nombres): abusados/as, descartados, mercantilizados, contaminados, deshumanizados y destruidos/as. ¡Alerta, cuidado, prevención, sabiduría…! de quienes acogemos a Enmanuel, seguimos a Jesús, abrazamos a María y caminamos juntos -con el paso renqueante y sabio de Francisco- como Pueblo hacia el Reino.

Quienes sufren no entienden la palabra “sinodalidad” pero sienten al hermano que camina junto a ellos. Quizá no entienden la palabra “fraternidad” pero se levantan unos a otros en cada tropiezo. Tal vez no entienden el significado de la palabra griega “evangelio” pero fortalecen la esperanza con la solidaridad efectiva y humanizadora… Quienes son “víctimas” no necesitan palabras de compasión, resignación, asistencialismo, espiritualismos evasivos o moralizantes… sino un corazón que “escucha”, acciones que “reparen”, justicia que “sancione”, solidaridad continua que “acompañe”…

Casi sin pensarlo, nos comportamos como necios (manteniendo espejismos pseudoreligiosos), pero soñamos con la sabiduría que dé “pasión” a nuestra vida y dé “sentido” a las heridas de los demás, para sanarse/nos, repararse/nos, transformarse/nos… sin mirar tanto al suelo o al cielo sino a cada hermano/a golpeado en el camino, por los bandidos enmascarados o encasullados.

¡Sigamos revisando nuestra manera de vivir…!