"Yo les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras” (Lc 17,40)
Hay muchas personas que no tienen la oportunidad de opinar, decir lo que piensan-sienten-sufren-buscan, pero “gritan en silencio”, porque los sonidos dan paso a los sueños. Las víctimas de abuso deben sufrir lo que otros “hacen, dicen, ocultan o manipulan”. Son cuatro sufrimientos de revictimación que no podemos dejar en el silencio, porque “les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras” (Lc 17,40).
Manuel Barrón lo dice con su canción: “Un infierno cruel puede estar muy cerca de ti / A tu alrededor sabes que no queda mucho tiempo / Presas de una fe, te dirán estoy cerca de ti / Nadie puede oír, pues tu voz es el grito del silencio”. En ocasiones, la misma víctima, no puede escuchar la voz de su dolor, porque tiene que mantenerse con el analgésico de la sobrevivencia. Hay quien pretende acallar a la persona abusada con culpabilizaciones reflejas, por no haberse defendido ante el agresor embaucador o el sistema abusador. Siempre hay capitostes que no se entregan a los demás, sino que usan-utilizan lo más valioso de su pueblo, ocultan a quienes afean su narcisismo y silencian todas las voces que claman justicia.
Pero el silencio grita desde las catacumbas de la justicia y la verdad, porque... aunque está enterrada tiene vida. El grito del silencio lo escucha Jesucristo en cada getsemaní de nuestras lágrimas, angustia, impotencia y plena conciencia de la fuerza del amor. No callarán los silencios de las niñas y niños que manifiestan trastornos, fobias, miedos, delirios y transgresiones… porque no se han sentido escuchadas/os por sus cuidadores/as y por Dios. Seguirán gritando, con gestos y tatuajes indescifrables, adolescentes náufragos en el gran océano de pretextos, justificaciones, terapias, lealtades invisibles y quedares-bien.
Igual que no se puede tapar el sol con un dedo, ni ocultar una vela debajo de la mesa, ni ocultarse en el inframundo cibernético, ni volar entre narcóticos y virtualismos… así mismo, tampoco se puede-debe callar el dolor de las víctimas, ni ocultar las heridas de los apaleados, ni invisibilizar los dolorosos tatuajes del corazón.
Es hora de escuchar y hablar. Es hora de transparentar y acoger. Es hora de abrazar y reparar. Es hora de hacer lo que debemos hacer, hacer el bien, hacerlo bien y hacerlo con bondad … Es hora de que griten las piedras y el silencio....