Caminando en la Cultura del Cuidado
María Valeria González ECJ
Escuchamos cada vez con más frecuencia hablar de ambientes sanos y seguros, y de la necesidad de prevenir todo tipo de violencia y abuso. Y es que sigue siendo una preocupación constante, ya que cada generación trae su riqueza, limitaciones y desafíos. Es necesario trabajar en los dos sentidos: la persona y el contexto.
Cada sujeto llega al mundo en un primer núcleo que es la familia, no siempre preparada para darle a ese niño o niña todo lo que necesita para crecer; pero aún con limitaciones, es su primer ámbito de relaciones, por ello debe proporcionarle las primeras experiencias de amor, apego y pertenencia para que pueda comenzar a formar su personalidad. Luego será una segunda institución, la escuela, la que deberá acompañar ese crecimiento en alianza con la familia, tal como lo plantea el Papa Francisco en el Pacto Educativo Global.
Familia y escuela deben ayudar a cada niño o niña a desarrollar los recursos internos para relacionarse con sus pares y con las figuras de autoridad, para gestionar sus emociones, para valorar sus talentos y ponerlos al servicio; tener autocontrol y también poner límites a los demás cuando corresponde. Los educadores deben proporcionar “el andamiaje necesario” (tomo la analogía de Bruner para el ámbito de los valores y actitudes), para incorporar hábitos, establecer normas de comportamiento con pautas claras, a fin de que el estudiante pueda luego manejarse en la vida de manera adecuada a cada circunstancia.
Es clave tener como horizonte la resiliencia, es decir la capacidad para resistir a situaciones adversas conservando su integridad. Nadie sabe qué le deparará el destino a cada niño o niña, por lo tanto, es necesario “armarlos”, prepararlos para la vida; con la dosis justa de firmeza y ternura, de límites y compensaciones, recordando que no hay una medida única para todos. Y esto sin dejar de atender a la seguridad de cada ambiente, por supuesto.
Es un desafío educar en este tiempo en el que se pone al niño como la medida de todas las cosas; en el que la liquidez ha llevado a confundir la prohibición con autoritarismo, el llamado de atención con maltrato. Cuidar es proteger, pero también es corregir, es enseñar y dar tareas reparadoras.
Educar, tanto para madres y padres, como para maestros y profesores, es una tarea artesanal, no suficientemente valorada en un mundo que propone el ego como centro. Es teoría y es práctica, son palabras y aún más gestos los que llevan a interiorizar el respeto, la empatía, la solidaridad, la justicia, la fortaleza; y cultivar así los recursos internos de paciencia, sensibilidad, justa indignación y capacidad para decir “basta”.
Hay victimarios porque encuentran víctimas, personas en situación de vulnerabilidad por diversas situaciones. Qué bueno sería que sean cada vez más quienes puedan pararse ante la vida y con respeto y dignidad decir “hasta aquí”. Que con humildad y sentido del humor puedan reconocerse a sí mismos y a los demás para ejercer a la vez el altruismo y la sana convivencia.
Para reflexionar
En tu propio contexto:
◆ ¿encuentras que hay carencia o exceso de límites y normas?
◆¿qué consecuencias produce este hecho?
◆¿qué acciones propones para proporcionar el andamiaje necesario para las nuevas generaciones en sus contextos presenciales y digitales?